En los niños de estas edades (2-6 años) son típicas las rabietas, de mayor o menor intensidad, según el carácter del niño. Con ellas, el niño intenta medir los límites de los adultos ( hasta dónde pueden aguantar), los propios (hasta cuánto puede conseguir mediante esa actitud) ,..., pero quizás, si la intensidad de la rabieta es muy fuerte, llega un punto de descontrol tal, que al niño le resulta difícil volver a serenarse.
Es una fase "normal" en la evolución del niño, al igual que la etapa del "no",..., pero por ello debe intentarse que no se agrave en intensidad ni se alargue en el tiempo. El niño ha de comprobar que con esa actitud no consigue lo que pretende.
En la medida en que no pueda hacerse daño a sí mismo o a los demás, lo mejor, ante una rabieta de este tipo, es mantener la calma (en la medida de lo posible), mostrarse impasibles (ni siquiera enfado) ante "el show" y esperar a que pase. Cuando esto se repita varias veces, el niño terminará por anular esta actitud, ya que no le será "útil", y las cosas o conductas inútiles tienden a desaparecer.
Por el contrario, cuando el niño esté calmado, dénle toda la atención que requiera. Sobre todo, procuren no pegarle, pues eso sólo despertaría en él más rebeldía y rabia, y sería un modelo más que tendría a seguir, de comportarse agresivamente para poder dominar algo o alguien.
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